Vivir en este mundo tan confuso es complicado, encuentro que cada día me es más difícil tener fe en el ser humano, entre la avaricia de los de arriba, las necesidades de los de abajo, y la apatía de los de en medio, he de reconocer que me alejo más de la sociedad en la que vivo.
Los medios de comunicación siguen haciendo y diciendo las mismas atrocidades en cualquier materia con tal de vender y culpar al vecino de al lado para que nos temamos y nos linchemos entre nosotros, y además es que nos lo ponen fácil, nos enseñan un porcentaje de odio mucho más alto que el porcentaje que dedican a las miles y miles de acciones positivas que a diario realizan millones de personas para intentar hacer un mundo mejor.
Pero nada, esta vez nos ha tocado a nosotros, a los aficionados de un club de fútbol, paradójicamente una de las aficiones más queridas y admiradas en el mundo por muchísimas razones que se han comprobado en infinidad de ocasiones, pero como en todos los clubes de fútbol del mundo en muchas ocasiones tenemos sufrir la insensatez de algunas personas que aprovechan las multitudes para expresarse violentamente en todos los sentidos, porque la violencia no sólo es física, la verbal es también violencia, como la de los aficionados que tienen tan poca cultura como para seguir pensando que el machismo es una opción de vida, ojo no se confundan, eso se educa y se erradica con educación, y no se dedica el suficiente dinero para educar, pero al fin al cabo es un ejemplo clarísimo de violencia denunciable y condenable en todos los sentidos.
Aunque igualmente condenables son los miles de tweets, noticias, posts en blogs, actualizaciones de facebook y el sinfín de personalidades públicas están faltando el respeto y ejerciendo presión sobre una afición que ha vuelto a demostrar que es una de las razones por la que sigo teniendo fe en el ser humano.
No voy a hablar de Rubén Castro aquí, porque no viene al caso, esto es una cuestión de culpabilidad o no, y cuando salga el juicio en cuestión será cuando haya que hablar.
Pero sí de esta afición que me emociona, que me hace llorar esbozando esa sonrisa sincera, sabiendo que me han vuelto a ganar, porque llevo muchos años dudando de esta afición.
De sus extremos y fanatismos desmedidos, de su impasible aceptación de ser más pequeños de lo que somos, su virulencia contra los que aún no han podido ni siquiera ponerse el chandal, estaba muy quemado de ver pitar al equipo en el minuto 5 de partido, y me duele más aún estar tan lejos como para poder participar más de la vida e insuflar ese amor a lo que representáis, a lo que es esta afición para tantas y tantas personas en el mundo, sobre todo los que vivimos lejos, los que no tenemos a quien abrazar tras una derrota, o los que cantamos el gol como locos pero solos.
Y esta semana, me he vuelto a sentir en la esquinita de la calle Tajo, viendo a los colegas de siempre, disfrutando de una cerveza fresquita mientras discutimos las aventuras y desventuras de este equipo que es mucho más que un club, mucho más que un deporte, una familia de 1.000.000 de personas. Casi ná. Y sí, también hay energúmenos en la calle Tajo, pero como los hay en todas las calles del mundo donde se agolpan más de 5.000 personas en el mismo sitio. Por si no lo sabían los periodistas de esta ciudad.
Esta semana me está subiendo el verde por los poros, ver vuestra respuesta, vuestras denuncias al maltrato, vuestra defensa a la familia sin evitar las culpas, ver que después de tantos años un presidente dice que van a luchar por nuestros intereses desde el club (espero que lo hagas o perderá toda la credibilidad), cuando leo los posts de mis compañeros en todos los medios y en este mismo, cuando veo como defendemos el honor de ser una afición pacífica, cariñosa, amiga de sus amigos, resiliente, incansable, leal, fiel, orgullosa de sus iguales y sobre todo una afición con cientos de miles de mujeres, benditas y maravillosas mujeres que hace muchos años que superaron eso del machismo, que saben y reconocen sus derechos, que se preocupan de hacer crecer al Real Betis cada día de su vida. Estoy completamente seguro que esas miles de mujeres béticas, admirables y respetables mujeres no van a permitir que ni un sector de la afición les falte el respeto, y sobre todo, que el resto del mundo se lo falte a ellas dando por hecho una aceptación y una connivencia de esos estúpidos cantos.
Gracias afición, gracias béticos, porque me habéis vuelto a demostrar que aunque haya una minoría muy ruidosa, sois el mejor grupo de seres humanos que jamás he conocido y del que estoy orgulloso y emocionado de poder pertenecer. Porque podré despreciar a los béticos que no respetan a otros seres humanos, porque los desprecio, pero nunca podré dejar de amar a esta afición, que es mi afición.
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