Que la destitución de Julio Velázquez le ha sentado bien al Real Betis Balompié es un hecho. Desde que el vallisoletano abandonó Heliópolis el equipo verdiblanco no ha sido doblegado una sola vez, y encadena ya once jornadas sin conocer la derrota. Sin embargo, Pepe Mel no ha podido -o no ha sabido- dar continuidad a la racha ganadora de Juan Merino, cosechando más empates que victorias, echando el freno cuando los demás pisan el acelerador.
En las últimas fechas, el Betis se ha caracterizado por una menor vistosidad en su juego, pero lo más preocupante ha sido el regreso del miedo escénico de llevar ventaja en el electrónico; algo que ni los propios futbolistas se han atrevido a negar. Aún así, el ascenso directo continúa a escasos dos puntos de distancia, con muchos partidos aún por delante. Las distancias entre los equipos de la cabeza de la tabla son más estrechas que nunca, y ninguno de los rivales del equipo bético parece dispuesto a bajar el ritmo.
Es por ello que el próximo mes de competición se antoja clave, aunque no definitivo, para que los futbolistas verdiblancos demuestren que son dignos candidatos a ocupar una de las dos plazas que dan derecho a jugar en Primera División sin pasar por el duro trago de los play-off. Tres serios aspirantes en esta lucha se medirán al Betis en las próximas cuatro jornadas: Girona, Valladolid y Las Palmas. En medio de este particular Tourmalet, los verdiblancos visitarán a un Mirandés que ya mira más hacia arriba que hacia abajo.
Como aspecto positivo, cabe destacar que el Betis ha sumado puntos ante cada uno de estos equipos en la primera vuelta, venciendo al Girona a domicilio (1-3), al Mirandés en casa (2-0); y empatando a nada ante Las Palmas y Valladolid. No obstante, el cuadro verdiblanco no llega en su mejor momento a este tramo de la temporada. Las sospechas vertidas sobre Jordi Figueras en un posible amaño de partidos han salpicado al club y al vestuario.
La confianza en el catalán, que se ha convertido en el bastión del centro de la zaga esta temporada, se ha visto seriamente afectada, y quién sabe cuál podría llegar a ser su alcance si se confirma su implicación. Sin duda, es una baza con la jugarán los próximos rivales, aprovechando la falta de concentración del equipo de Pepe Mel, si la hubiera. El capitán, Jorge Molina, ha admitido que no son las mejores circunstancias para afrontar una serie de encuentros tan importantes; Adán, más optimista, asegura que los jugadores confían en sí mismos.
Las próximas cuatro semanas dilucidarán, en gran parte, a qué aspira realmente el Real Betis Balompié. Será trabajo de Pepe Mel mantener alta la moral de sus jugadores y blindarles -por difícil que sea- ante cualquier factor externo que pueda afectar a su confianza. No es la primera vez que la entereza de la plantilla bética es puesta a prueba en circunstancias parecidas; este es un club acostumbrado a sufrir reveses año tras año.
De la profesionalidad y entereza de sus jugadores dependerá que el Betis salga más o menos airoso del frente tormentoso que se aproxima. Del deportivo, al menos.
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